Cartas a Lucilio

Carta 77: Sabiduría y serenidad ante la muerte

77

Sabiduría y serenidad ante la muerte. La vida no queda incompleta cuando se ha vivido honestamente

4

Un viaje queda incompleto si te detienes a medio camino, o antes del lugar al cual te dirigías: la vida nunca queda incompleta si es honesta. Dondequiera que la acabes, si la acabas bien, queda cumplida. Muchas veces precisa incluso acabarla valerosamente uno mismo, y no por causas muy importantes, que tampoco lo son las que nos retienen.

11

No hay nadie tan ignorante que no sepa que un día u otro habrá de morir, pero cuando ve vecina la muerte le vuelve la espalda, tiembla y llora. ¿No te parecería el más necio de todos aquel que llorase por no haber vivido mil años atrás? Lo es igualmente aquel que llora por no vivir dentro de mil años. Una misma cosa es no haber existido antes que no existir después: uno y otro tiempo no nos pertenecen.

Has sido colocado en este punto del tiempo; si quieres ampliarlo, ¿hasta dónde lo ampliarás? ¿Por qué estos lloros? ¿Por qué estos deseos? Es trabajo en vano, como dijo la Sibila:

Cesa de aguardar que tus súplicas dobleguen los decretos divinos.

12

Son firmes e irrevocables, conducidos por una necesidad suprema y eterna: irás a donde van todas las cosas. ¿Por qué te viene de nuevo? Bajo esta ley has nacido; ésta fue la suerte de tu padre, la de tu madre, la de tus abuelos, la de todos los que te han precedido, la de todos los que te seguirán. Una cadena irrompible, que esfuerzo alguno lograría alterar, ata y arrastra todas las cosas.

13

¿Cuánta muchedumbre de mortales te arrastrará a la tumba? ¿Cuánta te acompañará? Tengo por cierto que serías más valeroso si contigo murieran muchos miles de hombres; pero muchos miles de hombres y de animales rinden su espíritu en el momento que tú lo rindes. ¿Y tú no pensabas que tenías que llegar algún día allí hacia donde en todo momento te encaminabas? No existe camino alguno que no tenga término.

18

Temes la muerte: pero ¿cómo querrías menospreciarlo todo regalándote con guisos de sabrosas setas? ¿Quieres vivir? ¿Sabes cómo se hace? Temes la muerte. ¿Por ventura esta vida no es una muerte? Cierta vez que Calígula atravesaba la vía Latina, uno de entre un grupo de forzados, con una barba que le descendía hasta el pecho, le pidió la muerte. «¿Es que acaso vives?», le respondió César. He aquí lo que precisa responder a aquellos para los cuales la muerte sería un beneficio: «¿Temes la muerte? Pero ¿es que acaso vives?».

19

«Pero yo —dice uno— quiero vivir porque hago mucho bien: me separo con pena de los deberes de la vida, que cumplo con fidelidad y buen celo.» ¿Pero, qué? ¿Ignoras que morir es también uno de los deberes de la vida? No dejas ningún deber, porque los que tienes que cumplir no existen en número definido.

20

No existe ninguna vida que no sea breve si la comparas con la duración del Universo; resultan breves incluso la de Néstor y la de Satia, aquella mujer que hizo inscribir en su sepulcro que había vivido noventa y nueve años. He aquí una que se jactaba de su prolongada ancianidad; ¿quién habría podido resistirla si hubiese cumplido los cien años? La vida, lo mismo que la representación de un drama, no importa cuánto haya durado, sino la manera como haya sido representada. Poco importa en qué momento se termina. Termine donde termine, sólo precisa que tenga un buen remate.

Download Newt

Take Cartas a Lucilio with you